jueves, 20 de noviembre de 2008

DESDE LA BASE POR J. ANTONIO CORBALÁN

DESDE LA BASE POR J. ANTONIO CORBALÁN
Llull

Tenía muchas ganas de escribir este artículo. De dedicarlo a un jugador en concreto que apareció en las canchas con tanta sordina como fuerza, no pertenece a ninguna generación gloriosa y el fenómeno Ricky Rubio eclipsó a otros jugadores. Con la fuerza del que se quiere comer el mundo de un solo bocado. A mí me gustan los jugadores así. Descarados, valientes y sin límites.

Sí, sin límites. El jugador joven debe buscarlo todo, no debe conformarse con el rol que le asignen, debe querer buscar los modelos para saltarlos por encima. El sosiego será la etapa posterior, la etapa en la que Llull tendrá que aprender a adecuar sus capacidades a las necesidades del equipo y de cada uno de sus compañeros. Es un hecho, que casi todos los bases saben jugar muy bien a baloncesto, pero no todos tienen la misma visión de juego. Muchos jamás entienden, que lo que valen es en función de lo que son capaces de ayudar a sus aleros y sus pívots. Esto me lo dijo uno de mis maestros, Vicente Ramos. Aunque él probablemente no se acordará, a mí jamás se me olvidó aquella frase y la repito allá donde puedo.

En mi nostalgia, me siento muy reflejado en Llull y en su descaro y quiero darle otras claves a él y al resto de bases jóvenes. Después de cada tiro exige el balón, corre como una fiera hasta la bombilla contraria y espera un segundo. Los aleros vienen detrás, si fuera Iturriaga estaría delante. Ese segundo es la gloria del base. Cuando tienes que decidir todo; a quién pasar, imaginando el final más favorable para ellos, finalizar tú aprovechando tu velocidad, o parar todo para esperar al resto y pasar al juego posicional. Esto me lo enseñó Lolo Sainz, unos de mis padres en baloncesto, junto a mis queridos Ferrándiz y Antonio Díaz Miguel.

El descaro es fundamental en un jugador joven. Los entrenadores, los compañeros, los adversarios y el juego en sí, irán poniendo limitaciones suficientes a tus alas. No las cortes tú. No renunciar a nada es la manera de aprender lo que verdaderamente sabes hacer bien. El equilibrio entre el descaro y la prudencia es un camino hacia el éxito.

Muchos te dirán que pareces un escolta. No te preocupes. A veces el base puede ser más útil como escolta, dejando ver al adversario que tú también creas peligro, atrayendo a las defensas y abriendo un campo que aprovecharán tus compañeros. El gran peligro del base joven es convertirse precozmente en un guardia de circulación. Tu defensor entonces, flotará su defensa sobre ti y se dedicará a ayudar, complicando el juego de tu equipo. Un buen base nunca debe renunciar a su responsabilidad como anotador, pero nunca a costa de perjudicar las buenas oportunidades de tus compañeros.

Pero un base necesita al resto del quipo. “Poner el balón en las manos adecuadas, en aquellas que saben tomar buenas decisiones, hará que tu trabajo sea más fácil” (Jackson, ex NBA. Indiana). Esa es otra de las tareas más difíciles. Cada jugador tiene un área en la que es especialmente eficaz, búscalas. Si no coinciden el jugador y su área de eficacia, el balón está mejor en tus manos, hasta que se encuentre una nueva oportunidad. Quid pro quo. Aquí yo tuve mucha suerte. Tuve equipos y compañeros magníficos. Espero que tú tengas la misma.

Ana, una niña pequeña que conozco, es fan tuya y seguro que se alegrará de que triunfes. A ella y a ti os dedico este artículo. Pero le tienes que firmar una foto dedicada.

No hay comentarios: